Diario de un cuarteto de carnaval.

Ya pasó todo.
Los disfraces han dejado las bambalinas y calles para ocupar su lugar en el cajón o sobre el armario. El cuarteto es más decirlo que hacerlo ya es historia y de él solo quedan ya videos y algunas fotos. Pero sobre todo recuerdos.

Aquí voy a compartir con vosotros algunos de ellos:

Personalmente, me quedo con todas y cada una de las felicitaciones que aún no he dejado de recibir. Sobre todo, aquellas de personas que nos paraban por la calle y nos daban las gracias recordándonos trocitos de las parodias. Algunos de ellos incluso se sabían de memoria parrafadas completas. Un señor del Palo, que me perdone por no recordar su nombre, me recitó trozos de la parodia y cuartetas del popurrí el mismo día que actuábamos en la final. O aquellas niñas, que ninguno conocíamos, pero que al ver al cuarteto llegar comenzaron a recitar al unísono… España, año 2011, sétimo de la era Zapatero…
Cada una de esas cuartetas que se me ocurrieron en la intimidad de mi escritorio, se habían convertido ahora en vox populi ¿Qué mejor premio puede recibir un autor?

Especialmente me tocó el corazón una niña, en la Plaza de la Constitución. Su mamá se me acercó contentísima, me dijo que nos andaban buscando por todos lados para que su hija se hiciese una foto con nosotros. Al ver la cara de la niña, alucinamos, parecía que tenía delante al mismísimo Mickey Mouse, Tras hacerse la foto con nosotros cuatro, fue corriendo con la cámara para enseñarle la foto al resto de familiares que la acompañaban, gritaba ¡Mira, mira, son los de la tele! Su Padre nos explico que tenía grabado nuestros pases por el Cervantes, y la niña lo veía varias veces al día. Se puede decir que le ganamos incluso a Bob esponja. Esta niña e tocó realmente el corazón, y me dejó muy claro que siempre que haga una letra de carnaval debo de respetar a ese publico tan menudo pero tan agradecido.

Por cierto. Tenemos un héroe en el cuarteto.
Resulta que nuestro querido Repiso (El hippy) se prestó voluntario para acompañar una de las carrozas de la batalla de flores. Pues ocurrió que un espectador “graciosillo” confundió el pantalón blanco de un chiquillo que había sobre la carroza con un saco de serpentinas que quiso afanar del carro. Pues este elemento tiró de la pernera del niño, el cual cayó directamente al suelo a muy poca distancia de la rueda de la carroza. Menos mal que allí estaba Súper Repi para evitar eficazmente la desgracia recogiendo al niño del asfalto.

Bueno, espero contar alguna cosita más adelante.

¡Ah! Por supuesto, ya estoy escribiendo para el año que viene.